Parecen conceptos contrapuestos, sin embargo, no tienen por qué, aunque hay muebles que ponen a prueba el concepto.
Le pregunté a una señora, ama de casa ella, si dado el caso del mismo precio, cual mueble elegiría, uno común, que se consigue en mueblerías finas, confortable, que ocupara el mismo espacio que el de la imagen, salido de la imaginación de Judson Beaumont, diseñador con residencia en Vancouver, que desde su taller Straight Line Desings, desde hace más de 25 años se dedica a romper los moldes respecto a cómo deben ser los muebles.
Con inspiración surrealista, a gusto y paladar de los niños, mayormente, ya que son los grandes adeptos en la elección, o sea como mobiliario de cuarto infantil; cuando la respuesta me sorprendió, la señora sin dudarlo se queda con el mueble común.
Alguno podría pensar que la señora en cuestión no tiene sensibilidad artística, no se “comunica” con el arte ni a través de él, y toda una serie de conceptos respecto a la posición del arte en el mundo, sin embargo, puedo dar fe que la protagonista de esta pregunta, es todo lo contrario, una persona sensible que en su casa cuenta con una cuidada selección de muebles de fina hechura.
La respuesta fue alto tan sencillo como que ella prefiere usar su tiempo en apreciar el arte en los museos, que el perder ese mismo tiempo en su casa limpiándolos, y a este en especial además se le suma el tiempo de buscar cada cosa que los retazos de muebles.
Qué tal. Concisa, concreta.
El asunto es que a veces el arte parece contraponerse a la idea de que el tiempo de cada uno es tan valioso como el saber apreciar el arte, quizás más.
Desde ese punto de vista, los muebles de este autor, son un atentado al tiempo. No imagino buscando algo en atomizado mueble.
Cuando expuse que es un mueble que a los chicos les encanta, ella agregó, eso debe ser porque el que lo diseñó no tiene niños en su casa, con un mueble así, todo estaría afuera, tirado, desordenado. A los niños puede gustar mirarlos, y es una edad adecuada para comenzar a degustar el arte, afinar el gusto, incorporar la idea de que en el mundo las cosas no tienen que ser utilitarias solamente, pero eso implicaría mucho más trabajo para la madre.
En concepto de mi amiga, incluso destinar el tiempo de otra persona a una tarea infinita de reorganizar, buscar y limpiar con este tipo de propuestas es un desperdicio. Lo mejor, afirma, es ir a admirarlos en los museos, exhibiciones y casa de la vecina.
No sería mala idea que, así como los edificios del futuro tienen que tener en cuenta la auto sustentación en su mantenimiento, con diversas propuestas que tienden a eliminar el gasto energético, los diseñadores de muebles comiencen a pensar en muebles autosustentables, no se me ocurre cómo, pero por ejemplo, incluir algún modo de registrar qué tienen los cajones para luego no perder tiempo buscando, un modo de señalización, colores, barra de códigos, no sé. Respecto a la limpieza, ya se le ocurrirá algo a alguien.
Por más descabellado que parezca, después de la invención del cemento eléctrico que permitiría eliminar el cableado de las futuras casa, nada parece imposible.